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Revista UIMP 2017 "El museo puede ser el lugar para establecer vínculos con el otro"

 

Coleccionismo. Rosina Gómez-Baeza participó en el quinto encuentro impulsado por el coleccionista Jaime Sordo. :: María Gil Lastra 

Noticia publicada en: El Diario Montañés | Lunes, 24.07.17 Nº 6

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"¿Para qué estamos en el mundo? Estamos para extender la mano" 

"El problema es acomodarse. Nunca tienes que acomodarte, hay que escuchar al otro, tratar de generar comprension en tomo a lo que pretendes, a tus aspiraciones, pero no como individuo sino como parte de la sociedad". El nombre de Rosina Gomez Baeza (Gijon, 1942) esta grabado en las actas, placas y primeras piedras de ferias, centres de arte, colectivos, instituciones y premios del país. Quizá la más conocida sea Ifema-Arco. Allí aterrizó la gestora y comisaria en 1986, sustituyendo a juana de Aizpuru, y colocándose al frente de la feria de arte contemporáneo de Madrid durante veinte años, en los que apuntaló su dimensión comercial, creó la Fundación Arco, y consolidó su presencia en el calendario internacional.

Más tarde llegarían los proyectos de la LABoral de Gijón, bienales, la consultora YGBART... Ahora dedica sus esfuerzos a la Factoría Cultural de Matadero. Nunca se acomodó. 

La pasada semana, Gómez Baeza participó en el encuentro 'Coleccionismo, arte contemporáneo y sociedad. El milenio revisitado' que reunió en la UIMP a coleccionistas, gestores, comisarios, galeristas y artistas. Sus primeras palabras fueron de apoyo a los museos autonómicos. 

-¿Qué momento vive el coleccionismo privado?

-Está en un momento muy interesante porque está evolucionando. El coleccionista privado es una figura pública que empieza a visibilizarse -la Asociación de Coleccionistas Privados 9915 ayudó bastante en esto-, antes un colectivo más desconocido. ¿Por qué desconocido? Por muchas circunstancias: es un coleccionismo privado que se ocupa de interpretar movimientos artísticos que coinciden con su mirada y comprensión del momento actual o pasado. No todos coleccionan arte actual, pero la mayoría sí se inclinan por este tipo, el contemporáneo, en una proporción importante.

En España, la comprensión del hecho artístico en este momento, en manos del coleccionismo privado, es interesante; hay incluso museos privados, como el Centro Botín, que es un museo en tanto que alberga una colección... [Piensa un momento sobre este asunto] Tenemos un poco de jaleo con la terminología, por ejemplo, el CGAC de Santiago de Compostela es un centro, pero alberga una colección; y el Museo de Vigo es museo, pero no la tiene. Tendríamos que revisar eso. En el caso del MACEA, hay una evidente aportación privada. También en el Centro La Laboral, de Gijón, que fundé y dirigí, hay una participación privada. Sería interesante, desde mi punto de vista, que hubiera más colaboración público-privada. 

-¿Por qué?

-Por evitar dirigismos políticos, algo que debemos de evitar en el mundo del arte. Por abrir las puertas a otras miradas, a otras poéticas. Porque la mayoría de los museos españoles, en términos cuantitativos, que no de representación -hablando de los privados, no olvidemos el Guggenheim de Bilbao, el Centre d'Art Bombas Gens, de Valencia-, pero volviendo a los museos de las distintas comunidades que jalonan el Estado español, y que tienen una presencia aún excesivamente limitada, un ámbito de actuación limitado en el espacio, ahí sí que serviría. El museo es una invención reciente, y por tanto, deben de estar sujetos a revisión. No se puede abandonar a estos museos de las distintas comunidades autónomas, que son públicos. -Es una de sus reivindicaciones que realizó ayer en la apertura del encuentro: «No dejar en el olvido los pequeños museos». -Me reitero. Es un dolor pensar que se ha invertido en ellos, y uso la palabra invertir, que no gastar. Si se echan a los leones, si se abandonan a su suerte, ese dinero habrá sido gastado y no invertido. Sería una apuesta fallida. Y hay que dotarlos de medios económicos y también de exigencias profesionales para el desarrollo de la misión del museo, de la visión, de la interpretación. Y también entender el museo como un servicio, una comunidad, y ahí es donde entra el sector privado. Si un museo tiene que atender las necesidades de una sociedad, dotarla de herramientas de comprensión del hecho artístico, tiene que estar en condiciones en cuanto al número de profesionales que atiende ese museo, en cuanto a los medios económicos... para cumplir su cometido plenamente, su función y misión.

-¿Ha visitado el Centro Botín, qué le ha parecido?

-Estuve en la inauguración. Me parece una fórmula estupenda. Es un museo privado, creo que hará muchísimo por la ciudad de Santander y por Cantabria en su conjunto. Aportará a toda la parte norte y a España y a Europa. Nace con una voluntad de ser también centro de educación y que creo que atenderá aquellas funciones que corresponden a un museo en la actualidad.

-La historiadora Marta Gnyp ha señalado que el número de mujeres se incrementa en el ámbito del coleccionismo.

-Es curioso, pero ayer en la Galería de Juan Silió hablamos de eso. Él constata que la presencia de la mujer es más evidente. Pero es que es natural: la mujer va ganando posiciones.

Es curioso, todavía nos sorprende que ocurra, cuando es algo totalmente natural. Pero es que, en realidad, es reciente: en los años sesenta, todavía las mujeres estábamos pidiendo un permiso a nuestros maridos para abrir una cuenta comente en el banco, esto es así, y es muy reciente, como el propio mundo de los museos o la incorporación de España a Europa. Se trata de un periodo de tiempo relativamente corto.

-Es socia del MAV (Mujeres por las Artes Visuales) ¿Qué labor se hace desde ese colectivo? 

-Es un grupo de mujeres muy activas que está desarrollando una gran labor en cuanto a estudios e investigación, evidenciando la falta de presencia de las mujeres en colecciones públicas, en museos, en exposiciones, en jurados, en premios. Somos activistas, tenemos que serlo. Se ha avanzado muchísimo, pero es necesario seguir recordando que la mujer aporta, aporta unas capacidades únicas de comprensión, fomenta el entendimiento, y muchas otras cosas. Somos tan complementarios, tan singulares y tan iguales... No se puede prescindir del 50% de la población, no se puede.

-Ayer se apuntaba a que las subastas son un espacio muy democrático en el arte: no importa tanto la trayectoria como el dinero para invertir. ¿Esa característica le cuadra en el perfil actual de coleccionista? ¿Qué otras percibe? O quizá no hay ninguna definición cerrada del coleccionista.

-No hay ninguna característica. Todo depende de la mirada del coleccionista. Hay parejas que dedican parte de sus sueldos profesionales al coleccionismo, hay grandes fortunas, hay personas que viven el arte coleccionando desde muy jóvenes, coleccionando pequeñas piezas... Cada coleccionista es un mundo y lo que tenemos que fomentar es la educación. El coleccionismo es resultado de una educación, de un interés por lo que ocurre -si hablamos de arte contemporáneo- en el momento actual. Es una aproximación a la comprensión de una sociedad, del ser humano.

La educación es el primer paso absoluto. Y las humanidades se están abandonando en la escuela, por eso insisto en la necesidad de que el museo, el centro de arte asuma su responsabilidad en el ámbito de la educación; y crear un equilibro, es decir, que el museo se justifique en el área de la educación. Es necesario entender que vivimos en comunidad, y que el museo puede ser un lugar para establecer esos vínculos con el otro tan necesarios, para la cohesión social, para el enriquecimiento no solamente económico sino intelectual, espiritual, incluso moraL Es muy bonito lo que pueden hacer los museos, cómo pueden contribuir a mejorar una sociedad.

-Y los artistas...

-El artista es siempre un analista, un crítico de su sociedad, siempre interpreta el momento actual, el espíritu del tiempo, el' zeitgeist' famoso. El artista es exactamente eso: aquel que representa el espíritu de su tiempo. Tenemos que entender nuestro tiempo, porque entenderlo mejor es aportar mejor a nuestra sociedad.

-Pasó periodos de su infancia en España, luego vivió y estudió en Reino Unido, Francia.

-Mi tío Sebastián Miranda ya nos introdujo al arte, en mi casa siempre hubo muchísima afición. Yo nací en Asturias, somos descendientes de Jovellanos por parte de mi abuela materna, una asturiana de pro. Y citamos mucho a Jovellanos: hay que viajar más. Los Picos de Europa evitaban una salida hacia el interior de España, pero, en cambio, sí que favorecían la salida hacia el océano, que era la vía de transmisión con el otro. 

-Lo comentaba el escritor Kirmen Uribe el otro día: en el norte, el mar funciona como vía natural de salida.

-Tenemos que conocer aquello que ocurre fuera, para analizar mejor nuestro potencial, nuestras carencias también.

-Dirigió Arco durante 20 años ¿El salto a la Laboral de Gijón fue natural?

-Llevaba ya mucho tiempo trabajando en ese proyecto, desde el año 2001. El presidente [Vicente Álvarez] Are-ces me nombró miembro del Consejo de la Artes y de las Ciencias, y como parte de esa comisión de estudio, para pensar en Asturias, sugerí la creación de un centro de arte y de creación industrial. A día de hoy me sigue interesando ese campo: apoyar proyectos basados en desarrollos tecnológicos. 

-Es lo que hace en la Factoría de Matadero Madrid.

-Lo que hacemos en Matadero Madrid, también en Murcia ahora -y estamos estudiando otras ampliaciones, es buscar, convocando concursos de residencias, becas en el ámbito de las tres grandes áreas de las industrias culturales y creativas: tecnología, comunicaciones y las artes (artes visuales, escénicas, música, arquitectura, diseño, moda). Y la tecnología es transversal a todas a ellas. Son espacios de creación y de creación de empresa cultural.

Daniel Canogar nos ha hablado -en el encuentro- de que había creado una pyme: tiene cuatro personas colaborando con él. Entendemos que en muchos casos el artista de hoy, los grandes como Damien Hirst, son ya empresas. Bill Viola, me lo contó él, tiene cien ingenieros trabajando con él. Es una empresa. Es extraordinario el cambio, ya la bohéme, el siglo XIX, está olvidada, nos queda ya muy lejos. El artista ahora se tiene que ocupar y preocupar por aspectos muy diversos, tiene que encontrar ayuda en personas que sepan elaborar un contrato, llevar una contabilidad, defender los derechos de autor, asegurar la visibilidad, saberse relacionar... 

-La profesionalización del artista ¿es un hándicap formativo?

-Es necesaria, pero el talento es lo que no forma. Como decía Picasso, «que la inspiración me encuentre trabajando». Pero es el artista quien tiene que trabajarlo. Los demás solo le podemos ayudar a construir esa identidad, a difundir su obra, darla a conocer, mantener su relación con museos, centros de arte, coleccionistas incluso. 

-Está en el origen de multitud de ferias e instituciones. 

-En primer lugar, el conocimiento es fruto de la curiosidad, y yo soy una mujer curiosa, no en el sentido de lo particular, de lo que hace mi vecino, que me interesa poco o nada, sino sobre lo que está ocurriendo el mundo y cómo ayudar a España. Eso forma parte de mí... ayudar a mis semejantes como pueda, quizá es también un rasgo familiar, el compromiso. Si no, ¿para qué estamos en este mundo, para atender nuestras míseras necesidades? Estamos para extender la mano. Uno puede decidir estar sentado en una silla todo el día y no crecer. Si sales, vas a crecer, espiritualmente, en el encuentro con el otro, en escuchar, atender. Y ser mujer me ha ayudado mucho, ser mujer de mi generación me ha ayudado a superar las restricciones que la mujer tenía.

:: M. M.

SANTANDER. Rosina Gómez Baeza dirigió Arco a durante dos décadas, entre 1986 y 2006. 

-Se involucra en el funcionamiento de Arco casi desde sus inicios. ¿Estaba abonado el terreno para una feria como esta en los años ochenta, qué obstáculos halló? 

-Había comenzado todo. Teníamos un modelo entonces: Basilea en Colonia, y París, las únicas ferias por entonces. En Ifema estábamos empezando lo que hoy ya es un trasatlántico. Buscábamos nuevos temas feriales, y el arte nos interesaba, también otros temas que no se habían tratado en las grandes ferias del momento que eran Barcelona, Las Palmas, Gijón incluso, Valencia. El régimen de Franco no permitía hacer ferias y salones oficiales en Madrid. Esto es lo que aportó Ifema, nos permitió el ministro [Juan José] Rosón: construir una institución que es líder en España. Arco fue una de las primerísimas ferias. Y ahí estaba yo como primera directora de Ferias que fui de Ifema.

Yo venía del sector privado, del congresismo y de la organización de exposiciones y entonces entré de lleno en la creación de Ifema con las instituciones: la Cámara de Comercio, el Ayuntamiento, la antigua Diputación -hoy Comunidad de Madrid-, Cajamadrid (hoy Bankia).

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ISABEL DURÁN, Presidenta IAC 

Colaboración público-privada «para que las cosas salgan bien»

Isabel Durán, presidenta del Instituto de Artes Plásticas, hizo un llamamiento a la colaboración público-privada dentro del encuentro sobre coleccionismo: “Parece que siempre estamos enfrentados con alguna reivindicación, pero es una manera de trabajar conjuntamente para que las cosas salgan bien, principalmente a los artistas”, y destacó la iniciativa conjunta de este curso por parte del IAC y la Asociación de Coleccionistas Privados, 9915, en colaboración con la Fundación Banco Santander y la DKV Integralia.

 

 

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