Inauguración “SUPER SUPERLIKE” en Condeduque

Swipe, swipe, swipe… En pocos años nuestra experiencia de usuario ha pasado de una esfera multimedia de interfaces heterogéneos e ingenuos algoritmos, a una conectividad ubicua gobernada por calculados diseños de pantalla. Nuestras interacciones han dejado la atenta deriva y han mutado en gestos frenéticos, estresados por un pulgar que reproduce el movimiento de un scroll. Durante la década de 1990, el universo digital se desarrollaba como una subcultura construida desde cibercafés y la filosofía del software libre, desde las habitaciones con pósters de Doom y la empatía del copyleft. Pero, hoy, este universo convertido en “metaverso”, es ya un lugar normativizado, donde nuestras emociones se ordenan en etiquetas de código y nuestro avatar nos dicta a quien amar y a quien odiar. 

En los años veinte de nuestro siglo, la digitalización redefine nuestra capacidad de percepción. Sobrecargados de estímulos, la infoesfera influye en la conformación neurobiológica de nuestros cerebros y reduce nuestro tiempo disponible para la atención. Los territorios se expanden y se delimitan al mismo tiempo en mundos circundantes con nuevas materialidades, resultado de la huella física y la erosión que la escala técnica provoca sobre nuestro único planeta. 

También se demarca un nuevo paisaje emocional que, diseñado en una retícula sobreestimulada que rasteriza la imagen -la traduce de datos a píxeles-  provoca una reacción emocional, primaria y breve, sobre lo que nos muestra la lisa y frígida pantalla. Pero al mismo tiempo, se multiplican las posibilidades de los propios cuerpos, en el diseño biológico del yo. Una realidad que aumenta las capacidades de emancipación en la conformación de subjetividades, desde el uso de farmacología hasta el de las aplicaciones de maquillaje virtual, que expanden las nociones de género y raza. 

Este panorama paradójico que se encuentra entre la creación y la disolución, se presenta como un espacio y un tiempo fértil para el surgimiento de otra configuración más allá de nuestro paradigma cultural, una concepción desde la cosmotécnica para el entendimiento del mundo. 

Ya sea en sus imágenes, lenguajes, estructuras o visiones de otras perspectivas, las artistas de Super Superlike realizan reflexiones críticas sobre esta realidad táctil y móvil. Rompen el pliegue digital, abren una posibilidad de interferencias, de glitchs conceptuales, de hackeos sutiles sobre los dispositivos y herramientas que estructuran lo digital y nuestras relaciones. Así, entre todas, hilvanan, más que nuevas formas de lo visible, nuevas potencias de lo vivible.